Terapia de Pareja: La Sexualidad como Viaje para Trascender el Ego
Terapia de Pareja: La Sexualidad como Viaje para Trascender el Ego
"Zaratustra, al cumplir treinta años, abandonó su patria y el lago de su patria y marchó a las montañas. Allí gozó de su espíritu y su soledad, y durante diez años no se cansó de hacerlo. Pero al fin su corazón se transformó, —y una mañana, levantándose con la aurora, se colocó delante del sol y así le habló: ¡Tú, gran astro! ¿Qué sería de tu felicidad si no tuvieras a aquellos a quienes iluminas?"
El Vínculo Relacional: Un Espejo Intenso
Muchas veces, trascender el ego personal y conectar con nuestro ser más profundo es más sencillo en la soledad. La meditación, la contemplación de la naturaleza o un buen momento de introspección nos permiten disolver los límites del ego y conectar con esa esencia, con ese "vacío" el ser.
Sin embargo, cuando nos aventuramos en un vínculo íntimo, ¡la cosa cambia! Es como si nuestro cuerpo, nuestra identidad y la clara diferenciación con el otro nos devolvieran de golpe a un estado egoico, a menudo cargado de intensidad. En ese "espejo relacional", nuestras partes se activan con mayor facilidad, empujándonos de nuevo a la separación y la dualidad.
La Sexualidad: Navegando lo Absoluto
¿Cómo podemos entonces usar la sexualidad como un vehículo de trascendencia en el encuentro íntimo con otra persona? Primero, es fundamental sentirnos seguros y tener un buen nivel de autorregulación. Necesitamos conocernos, saber qué partes internas se activan y cómo gestionarlas.
La verdadera aventura es poder encontrarnos en ese vínculo de pareja o amistad profunda, donde podemos fundirnos en una experiencia con lo real. Ahí, la identidad individual se disuelve por completo: la yema del dedo que acaricia no se distingue de la piel que es acariciada. No hay diferenciación; solo una unidad, una danza energética. La identidad personal se desvanece, dando paso a una experiencia cambiante y renovada, unida al éxtasis sexual que fluye. No es de un cuerpo o del otro, sino que emerge como un río de energía, una experiencia de unidad y trascendencia sentida en el aquí y ahora.
Preparando el Terreno para la Trascendencia
El ego, al encontrarse en la sexualidad —no el encuentro de dos personas, sino de dos cuerpos que, en apariencia separados, son un solo ser experiencial—, tiene sus propios desafíos. Para usar la sexualidad como vía de trascendencia, incluida la corporalidad, es crucial haber trabajado en nuestras propias partes egoicas. Estas pueden activarse fácilmente, disparando un sistema defensivo que nos comprime en la relación de pareja.
Es difícil pensar en la trascendencia sexual si estamos en plena activación defensiva o con asuntos pendientes en la vida cotidiana. Si una discusión nos dejó enojados, esa parte defensiva puede bloquear el flujo. De ahí la enorme importancia de trabajar con estas partes para abrir el espacio que nos permita disolver toda identidad y todo ego. Por supuesto, ¡tiene que haber una predisposición de ambos a conectar desde el ser y buscar la trascendencia en la sexualidad!
Cuando la identidad personal se desdibuja en esa danza energizada por la libido —ese río que nos impulsa a soltar y soltar—, la trascendencia se vuelve cada vez más sublime. A menudo, el diálogo interno se detiene por completo, logrando, al menos provisoriamente, la desaparición total, la ausencia y la detención del tiempo. Solo queda un ser experiencial en el aquí y ahora.
TABLA DE SURF A LO REAL
Olvida camas: tu piel es una "tabla de surf" donde cabalgas olas de presente puro, en la presencia pura.
La piel es el vehículo porque implica tanto contacto como límite. Para trascender los límites identitarios, es esencial partir de la individualidad. La trascendencia solo es posible si partimos de ese punto de diferenciación que la piel representa. Por eso, la piel es un puente hacia una experiencia de integración.
Cuando hablamos de piel, hablamos de la posibilidad de contacto y la unión de opuestos. Todos los sentidos contribuyen a esta sinfonía experiencial sentida: la mirada, el oído, el gusto, el olfato. Son instrumentos que, junto a la piel como principal director, generan la Sinfonía del Ser: la trascendencia de las corporalidades individuales y los deseos egoicos. En esta danza creativa, una energía viva y candente va quemando todo rastro identitario, todo límite. En el fuego y el fulgor sexual, las rigideces se incineran y las limitaciones se disuelven, porque abre, conecta e integra a partir de la experiencia.
Nos referimos a la piel en un sentido amplio; no hay una distinción entre piel externa o interna. Todas las formas en que se presenta el contacto-límite que encontramos
en el cuerpo son posibilidades de experimentar la trascendencia. El ego tiene sus preferencias, deseos y fijaciones, pero estos son puentes, ¡no obstáculos!
A través del contacto, la piel se despliega como un lienzo en blanco donde la creatividad descubre sorprendentemente su propia creación. Así, la sexualidad deja de ser un moralismo, una genitalidad o un falocentrismo para convertirse en una danza experiencial sentida y trascendente: una unidad consciente y la trascendencia de los límites.
El Orgasmo: Un Portal de Transformación
El orgasmo es una irrupción de energía. No es estrictamente necesario para la trascendencia, pero cuando ocurre, un torrente desbocado libera y suelta en un éxtasis energético que disuelve todos los límites que aún puedan habitarnos. Las aristas se desdibujan, y el orgasmo apaga los diálogos egoicos, permitiéndonos acariciar la trascendencia hacia un estado cumbre.
Cuando esta experiencia surge desde el ser, facilita procesos de transformación interna. La rigidez se permeabiliza, las propias estructuras del carácter se flexibilizan y resquebrajan por la experiencia del ser, que implica soltar. De esta manera, se convierte en un vehículo de transformación psicológica y desarrollo espiritual compartido, que enriquece la vida en una danza relacional.
En ese éxtasis, hasta el orgasmo cambia de rol: no es la meta, sino un "tsunami energético" que arrastra todo rastro de identidad. Las rigideces se queman, el diálogo mental se apaga... y surge un vacío fértil donde todo es posible.
Trascender en pareja exige tres actos radicales que implican renuncia: soltar el ego, habitar el presente y honrar el vínculo como territorio sagrado.